Actuar en tiempo de necesidad
Actuar en tiempo de necesidad
Uno de nuestros propósitos como maestras visitantes es ayudar a fortalecer las familias y los hogares. Las hermanas a las que visitamos deberían poder decir: “Si tengo problemas, sé que mis maestras visitantes me brindarán ayuda sin esperar a que se la pida”. A fin de servir, tenemos la responsabilidad de ser conscientes de las necesidades de las hermanas que visitamos; al procurar inspiración, sabremos cómo responder a las necesidades espirituales y temporales de cada hermana que se nos ha asignado visitar. Después, por medio de nuestro tiempo, nuestras habilidades, nuestros talentos, las oraciones de fe y el apoyo espiritual y emocional, ayudaremos a dar servicio caritativo en tiempos de enfermedades, fallecimiento y otras circunstancias especiales1.
Mediante los informes de las maestras visitantes, la presidencia de la Sociedad de Socorro determina qué personas tienen necesidades especiales debido a enfermedades físicas o emocionales, emergencias, nacimientos, fallecimientos, discapacidades, soledad y otros problemas. Luego, la presidenta informa lo que averiguó al obispo y, bajo su dirección, ella coordina la ayuda2.
Como maestras visitantes podemos tener “gran motivo… para regocijarnos” gracias a “la bendición que se ha conferido sobre [nosotras], que hemos sido [hechas] instrumentos en las manos de Dios para realizar esta gran obra” (Alma 26:1, 3).
De las Escrituras
De nuestra historia
En los primeros años de la Iglesia, los miembros eran pocos y estaban centralizados; podían responder rápido cuando alguien tenía una necesidad. Hoy, la cantidad de miembros supera los catorce millones y están extendidos por todo el mundo. El programa de maestras visitantes es parte del plan del Señor para proporcionar ayuda a todos Sus hijos.
“El único sistema que podría proporcionar socorro y consuelo a lo largo y ancho de una Iglesia tan grande en un mundo tan diverso, sería mediante siervas individuales que estuvieran cerca de los necesitados”, dijo el presidente Henry B. Eyring, Primer Consejero de la Primera Presidencia.
“…Todo obispo y presidente de rama tiene una presidenta de la Sociedad de Socorro en quien puede confiar”, agregó. “Ella tiene maestras visitantes que conocen las pruebas y las necesidades de cada hermana. Por medio de ellas, la presidenta puede saber lo que está en el corazón de las personas y las familias, y puede satisfacer necesidades y ayudar al obispo en su llamamiento de velar por las personas en forma individual y por las familias”3.
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